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miércoles, 12 de diciembre de 2012

La Luna de Otoño


Una vez en el universo, hace muchos siglos, había diez soles girando en el cielo. Con la luz de los soles los campos estaban ardiendo y los arroyos y ríos estaban secándose. El  emperador chino decidió que sólo los más grandes arqueros de su reino podrían salvar al mundo. Llamó a su corte a Yi Archer, un hombre de gran fuerza y habilidad. Le pidió que derribara nueve de los soles.  Yi Archer apuntó  uno a uno a los soles y los derribó hasta que sólo nuestro sol quedó brillando en el cielo.

Como recompensa, el emperador preguntó a  Yi qué regalo quería por su azaña. Yi pidió la inmortalidad. El emperador pidió a los dioses que crearan un elixir de la inmortalidad para el arquero. Los dioses crearon el brebaje y se lo dieron al emperador con una advertencia: Yi solo debía beber la mitad de la mezcla. Pero antes de que  Yi pudiera degustar  la bebida, su esposa, Chang-O, se lo robó ya que Yi era un hombre cruel. Y en lugar de dejarlo vivir para siempre bebió ella la mezcla. Pero la mujer  no había oído la advertencia de beber solo la mitad del elixir. Como consecuencia, su cuerpo se convirtió en  luz y empezó a flotar hacia el cielo, pero  antes de abandonar  la tierra cogió su conejo mascota  y se la llevó al cielo con ella. Llegaron hasta  la Luna, donde ambos, mujer y  conejo permanecen hasta nuestros días.

Y durante los meses de otoño, cuando los chinos comen los tradicionales pasteles de luna se  quedan hasta tarde para contemplar la Luna. Y uno puede ver a Chang-O y su conejo , derramando gracia, armonía y paz interior sobre el mundo.

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