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jueves, 18 de abril de 2013

URASHIMA

En Japón, Urashima vivía con sus padres y se dedicaba a pescar. Su familia era humilde y su única pertenencia era una bar ca que le permitía salir a la mar para pescar y luego vender lo recogido. Un día que iba a trabajar vio a unos niños torturando a una enorme tortuga en la playa. No podía soportar que nadie hiciese daño a los animales, así que rescató a la tortuga y la liberó en el agua. Se marchó a pescar y se olvidó de lo ocurrido.
Mientras pescaba pensaba en la manera de poder dar a sus padres una mejor vida. De repente, notó que su red pesaba más de lo normal. Hizo un esfuerzo sobrehumano y comprobó que lo que había pescado era la tortuga que había liberado de una muerte segura. Esta le dijo que era una enviada del rey de los mares y que tenía la orden de conducirle a palacio y casarle con su hija, la princesa Otohime.

Urashima y la tortuga llegaron al reino del mar, una hermosa ciudad subacuática fabricada con materiales preciosos. Cuando llegó al palacio fue recibido por la princesa Otohime y ambos quedaron enamorados para siempre. Juntos fueron felices y parecía que el tiempo no discurría, pero un día Urashima soñó con sus padres y sintió deseos de verlos. Cuando se despidió de su esposa para volver a la tierra ella le entregó una cajita sellada y le dijo que no la abriese si tenía intención de volver a verla.
Sin saber cómo, se encontró de repente en la playa donde siempre pescaba y pensó que su matrimonio acuático había sido un sueño. Seguro de que era su pueblo pues conocía la playa y la montaña pero las calles, las casas y las personas ya no eran las mismas. Aturdido preguntó por su padre pero nadie lo conocía. Se sentó en su playa de siempre junto a un anciano desarrapado, preguntándole sobre los suyos. El vagabundo le dijo que sí que conoció a sus padres pero que habían muerto de pena por la pérdida de su hijo hacía más de cincuenta años. Desesperado, preguntó a otro anciano que le comentó que habían pasado más de cien años desde que murió el matrimonio. El tiempo no pasaba en el reino del mar.
El recuerdo de la princesa y la pérdida de sus padres le hicieron desear volver al fondo del mar, pero no sabía cómo hacerlo. Recordó la caja pero se olvidó de la indicación de la princesa, la abrió y súbitamente se sintió agotado, notó cómo se arrugaba su piel, su pelo se encaneció y supo, antes de morir, que no volvería a ver a su amada por haber abierto el cofrecito.

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