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martes, 12 de junio de 2012

La Princesa de la Luz Brillante


Cuentan en Japón, que había una vez una encantadora parejita de ancianos que no tuvo nunca descendencia. Cierto día, el anciano fue a cortar unas ramas de bambú para recolectar brotes, y se fijó en un árbol de bambú del cual surgía luz de su interior…

… Cuando cortó el bambú, descubrió a un bebé en su interior. Como no, se lo llevó a casa y hablando con su mujer decidieron quedárselo por entender que era un regalo de los Dioses. El bebé resultó ser una niña, y decidieron llamarla Kaguya-Hime (Princesa de la Luz Brillante). A partir de aquel día, cada vez que el anciano cortaba un bambú, encontraba oro dentro de él… y como no, apenas tardaron en hacerse 
ricos.
Con el tiempo, Kaguya creció y se convirtió en una preciosa joven. Su elegancia y hermosura fueron conocidas por todo el país y los pretendientes se contaban a patadas. Se dice que 5 príncipes le pidieron la mano, y la muchacha, que no quería casarse con nadie, les pidió tareas imposibles como requisito para casarse con alguno de ellos (encontrar el cáliz sagrado de Buda, encontrar una rama de oro y plata, encontrar una túnica sagrada, unas joyas de colores que brillaban al cuello de un dragón y una concha especial de las golondrinas…  )
Evidentemente, todos fracasaron en su intento. Pero ahí­ es donde aparece nuestro príncipe de turno, que se enamora perdidamente de Kaguya, pero ella también se negó, diciendo que ella no era de este planeta. El prí­ncipe, cual moscardón discotequero, seguía empeñado con ella, erre que erre.
Sin embargo, durante el asedio principesco, se dice que la joven, cuando por las noches miraba hacia la luna, sus ojos se llenaban de lágrimas. Su anciano padre, preocupado por ella le preguntó el porqué de sus lágrimas y ella le respondió que realmente no era de este planeta, que procedía de la luna, y que era allí donde debería regresar en la próxima luna llena, en la que la vendrían a buscar.
Su anciano padre, preocupado, explicó el problema al príncipe, tratando de encontrar una solución a su marcha, y el príncipe decidió enviar un ejército de soldados para que custodiasen la casa de la princesa por la noche para que nadie se la llevara. Llegado el día , cuando la luna volvió a ser llena, una luz cegó a todos los soldados y sus ánimos de luchar desaparecieron. Mientras, la princesa se despidió de sus padres, diciendo que no deseaba irse, pero que era su destino, e igualmente se despidió del príncipe mediante una carta.
El príncipe, desolado al recibir la carta, ordenó que un ejército entero subiera a la montaña más alta (el Monte Fuji) y quemar la carta de la princesa, con la esperanza de que llegara a su destinataria, estuviese donde estuviese.
Años después, de la luna cayó la capa que las personas de la luna le dieron a la princesa Kaguya-Hime. Un monje, llamado Miatsu, que pasaba por ahí­ se enteró de la historia de la princesa y fue a ver al emperador. Le dijo que si alguna vez la luna llena aparecía más de lo debido, llevaran la capa al Monte Fuji y la quemaran. Cuando el emperador preguntó la razón, el monje le dijo que la princesa Kaguya había recibido la carta que él había quemado tanto tiempo atrás, y que se encontraba molesta por no haberse podido quedar en el planeta, por lo que había decidido convertir a la tierra en un lugar como la luna: sin espacio ni tiempo, sumida en la noche eterna, para poder regresar. El emperador le pidió al monje que sellara a Kaguya en un lugar del cual jamás pudiera salir. El monje Miatsu lo hizo así, en un espejo del palacio (que fue conocido como espejo de la vida o de la luna) con los cinco objetos que la princesa había pedido a sus pretendientes, como llaves de abertura y cerradura del portal entre la luna y la tierra (el monje los tenía); de esta forma la humanidad estaría a salvo del poder de la princesa.
La princesa Kaguya se enteró por medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar el espejo que la mantenía cautiva del hechizo y el engaño del emperador, así que le pidió a una de las personas de la luna que hiciera que del Monte Fuji cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la muerte de la región entera. La persona así lo hizo, y tomando la furia de la princesa como componente principal, creó al volcán (antes era nada más una montaña), que no hizo erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente así que tenían que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la suficiente para hacer estallar al volcán. Desde entonces las erupciones del Fuji (pocas en la historia), han sido violentas, debido a la furia de Kaguya-Hime.

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